Toro contra gallo

Cuando un problema solamente tiene una solución se convierte en un ejercicio simple de matemáticas. Luis de la Fuente, el seleccionador español, no tiene más remedio que, caído un cromo, colocar otro en su hueco. Jesús Navas por Carvajal, Nacho por Le Normand y Olmo en lugar de Pedri. Salga bien, mal o regular, no parece haber demasiadas opciones alternativas, pues lo que funciona mejor no tocarlo.

Su oponente, Deschamps, se enfrenta a otra clase de dilemas. Primero porque desprenderse de la losa del subtítulo mundial aumenta el peso de la exigencia y, además, no sabe qué hacer con Camavinga, Mbappé sigue más en Madrid que en París y a Griezmann no acusa el gravamen de los años, no, pero si el de una temporada muy larga en la que ha tenido que asumir la carga de todo un Atlético en tres competiciones de élite.

Francia ha parecido hasta le fecha una selección gastada, de mayor cansancio mental que físico. España ha desarrollado un fútbol más vistoso y brillante que no expide un pasaporte automático a la final de la Eurocopa. Hombre por hombre las fuerzas se igualan y el «jogo bonito» también ofrece puntos débiles, sobre todo cuando un solo jugador en un momento puntual puede trastocar desde el plan más valiente al planteamiento más conservador. Y, estén bien o no, los hay.

Así que, como dicen los castizos, ¡suerte, vista y al toro!. Bueno, al toro no que lo llevamos nosotros, ¡al gallo!.