Truco o trato
No podría afirmar que el fútbol, mejor dicho, todo lo que le rodea se una gran mentira, pero si que está plagado de ellas. Tal vez como la vida misma.
Tras el lamentable espectáculo ofrecido por el Alavés y el Mallorca en la pasada jornada, el técnico local, Luis García Plaza, no hace tantos años en el bando al que acababa de vencer, concluyó que su equipo había «recuperado su esencia». Si yo hubiera estado presente en esa rueda de prensa posterior al partido o lo que fuera aquello que acabábamos de presenciar, hubiera preguntado si más que «recuperar su esencia» los babazorros, el Mallorca no habría perdido la suya. Un matiz para nada desdeñable.
Seguramente habría insistido en su apreciación, ante lo cual yo habría repreguntado: ¿cree usted que ganar gracias a un balón cedido por un defensa adversario, sin haber creado una sola ocasión ni acción digna de elogio, igual que ha hecho su rival, es recuperar lo que usted llama su esencia?. Me habría contestado algo más serio, sino contrariado, que habían dominado más, sometido al derrotado y que el gol habría podido llegar en alguna otra oportunidad, bla, bla, bla.
En demasiadas ocasiones no prima un análisis objetivo sobre hechos concretos. Todos, jugadores y preparadores, arriman el ascua a su sardina aunque no les sirva para nada. A la hora de la verdad no hay ningún equipo que no vuelva a su realidad, porque 38 semanas de competición repartidas a lo largo de 10 meses dan para mucho y, antes o después, cada mochuelo termina en su olivo. Cierto que, mientras tanto, el «congreso» se divierte, acepta el truco y huye del trato.