Un calendario excesivo

Soy de los que piensan que los futbolistas están mejor pagados de lo que merecen, me sumo a quienes creen que las pérdidas que soportan los clubs que les contratan supera al dinero que generan y que el coste de su trabajo por horas no lo percibe ni el más cotizado trabajador del mundo mundial. Sin embargo he de reconocer que se ven sometidos a un calendario impropio y confeccionado por quienes ven los partidos cómodamente instalados en los palcos, pero no sudan sobre el terreno de juego.

No hablo solamente de las grandes estrellas, sino de categorías modestas donde un tuercebotas de tres al cuarto percibe un salario de 100.000 euros anuales, más casa y coche, primas aparte. Mi reflexión tiende más al fondo que a la forma y afecta a profesionales de cierto nivel o de élite si así es les quiera clasificar. No me atrevería a decir que son explotados pero, sin expoliarles ni nada parecido, se ven sometidos a unas temporadas tan apretadas y largas que sin duda condicionan su resistencia física y su capacidad psicológica e incluso técnica.

Entre liga, copa, mundial, champions o europa league, hay jugadores que se meten 70 partidos en menos de 10 meses. Sale a una media de dos semanales con un solo día libre y a veces, según las competiciones en las que tome parte, ninguno. Sin tener en cuenta entrenamientos, amistosos y sin considerar determinados horarios. De ahí que no haya entrenador que no incorpore a su «staff» un preparador físico específico y a veces más de uno. En este deporte, donde intervienen contacto y fuerza, el ritmo es demasiado alto. Algunas décadas atrás, el mismo técnico asumía todas las tareas de entrenamiento: técnico, táctico, estratégico, físico, de porteros y psicológico. Ahora es imposible.

Nada cambiará. Aunque la sobrecarga empeore el espectáculo, federaciones nacionales, internacionales, asociaciones de clubs, etc, coinciden en un único objetivo: recaudar más. Todos, incluidos los futbolistas, esclavos de oro del balón, persiguen lo mismo. Por eso la bola no disminuye y crecerá hasta que reviente. Que más pronto o más tarde, lo hará.