Un empate no sirve para nada. O si.

Benzema necesitaba la ausencia de Cristiano y una vez que el portugués pasó a la historia merengue, el francés se ha revelado como el líder de su equipo en base a un trabajo que excede lo individual y siempre está a disposición  del colectivo tanto si es para rematar como para ayudar en otras tareas. No es fácil de marcar porque no es para nada estático, puede fijar a los centrales y también desplazarlos, temible de cabeza igual que con los pies. Una pieza clave sin la menor duda y cualquiera que sea el rival.

El Real Madrid no es imbatible, pero cuesta mucho tumbarlo. Casemiro pone las bases en el centro del campo, Kroos y Modric dibujan los planos sobre el terreno y Marco Asensio y Vinicius ejecutan las obras. Si la defensa flaquea siempre les queda Courtois. No es la descripción de un equipo perfecto ni mucho menos, pero si uno cuyos jugadores, veteranos o novicios, parecen sentir el escudo más que la chequera. Rara avis. Para ello no han necesitado ni a Sergio Ramos.

Local o visitante sus partidos no se ciñen a los 90 minutos reglamentarios. Entrega, sacrificio, solidaridad y espíritu de lucha no son negociables. Una coincidencia coherente con la capacidad mental de uno de sus más fervientes seguidores: Rafa Nadal.

El pinchazo del Sevilla en Vallecas, un empate no sirve para nada solía recordar Luis Aragonés, brinda al líder la oportunidad de acrecentar la distancia que separa a los de Ancelotti de sus perseguidores. Cada vez con más puntos y la carrera menos larga. Y aquí entra en acción el Mallorca, lógicamente más pendiente de poner a salvo su propia piel que de torpedear al visitante. Sí se puede reza el lema, si bien convendría especificar qué es lo que se puede a la vista de otras ¿conquistas? al uso. Luis García Plaza se volverá a sentar en el banquillo, cumplida su segunda sanción de la temporada. El no marca goles, ni los evita. Pero planifica cómo hacer una cosa y la otra. Si sale, bien y si no siempre nos queda el consuelo de las buenas sensaciones. O no.

Buen árbitro. El murciano es de lo mejorcito de Primera. José María Sánchez Martínez, 38 años, debuta esta temporada en Palma. Ha dirigido al Madrid dos veces fuera, en Villarreal (0-0) y Barcelona (1-2) y otras tantas dentro, 2-1 al Sevilla y 5-2 al Celta. Lo hará bien o, en el peor de los casos, no muy mal.