Un palo al fútbol modesto

No hay alegría en casa del pobre y la decisión de la Unión Europea de abrir un plazo de ocho años para la desinstalación de los campos de fútbol y otros deportes dotados de césped artificial creará más de un dolor de cabeza a sus propietarios, municipales en muchos casos, estimándose que en España hay unos 10.000 recintos deportivos con este material cuyo mantenimiento, según la Comisión Europea, libera microplásticos que contienen agentes contaminantes.

Los campos del Ajuntament de Palma en Son Moix son de dicho material y durante la presidencia de Miquel Bestard al frente de la Federación de Fútbol de les Illes Balears en la mayoría de terrenos de juego de equipos de categorías regionales o ahora Tercera Federación, sustituyeron la tierra por este tipo de superficie. La cuestión ahora no radica únicamente en retroceder el camino emprendido, lo que conllevará apreciables costes, sino que parece razonable no autorizar su implantación en aquellos proyectos por ejecutar.

Si bien en su mayor parte la prohibición afectará a clubs de fútbol o terrenos destinados a su práctica, también la sufrirán los de rugby e incluso bastantes de los de pádel. Hay tiempo para la readaptación, pero los más modestos sufrirán económicamente y en los casos de estadios gestionados por los ayuntamientos, el palo llegará en forma de impuestos. La cuestión, finalmente, para los jugadores será si regresar a los campos de tierra o sembrar césped natural, lo que aún incrementaría más el gasto tanto de obra como de riego y jardinería.