Una ocasión calva
A vueltas con el límite salarial y la vigilancia que la Liga de Fútbol Profesional ejerce sobre los presupuestos de los clubs -¡ay pinocho de Son Moix que te pillaron en el columpio!- acabamos de comprobar con el Reus la eficacia de los vigilantes.
Pero no hay mal que por bien no venga, segúnel refrán que cito textualmente, si bien me temo o, mejor dicho, estoy seguro de que esta calva ocasión no la van a aprovechar ni la Federación Española de Fútbol ni el organismo que preside, ¡ay señor así vamos!, Javier Tebas. Me refiero en concreto a redimensionar la segunda división en buena lógica y dejarla con los veinte equipos que siempre tuvo y nunca debió cambiar por mucho miedo que tuviera el gobierno de Felipe González a la insumisión de Vigo y Sevilla debido al estricto cumplimiento de la ley entonces en vigor que determinaba su sentencia por deudas contraídas con sus empleados.
En efecto, tan sencillo como expulsar de la competición al equipo rojinegro de Tarragona y que sigan descendiendo cuatro equipos. Les quedaría una categoría de cine: 20 competidores y un calendario coherente. Pero, tranquilos, cuántos más sean más pagan y aquí el más tonto, sea de Las Rozas o Torrelaguna, hace relojes.