Velando armas

Antes del partido de vuelta de la promoción 1988-89 en el Lluis Sitjar contra el Espanyol se llegó a publicar que el árbitro, el guipuzcoano Urió Velázquez, había sido visto en un restaurante con directivos blanquiazules. Es mejor tener la fiesta en paz y no hacer caso de informaciones como mínimo tendenciosas para que, en el peor de los casos nos convirtamos en una vergüenza, al contrario de la actitud ejemplar que mostraron las aficiones del Málaga y el Albacete en este misma liguilla. Y no lo advierto para el caso de una eventual derrota, como algún malintencionado querrá interpretar, sino porque saber ganar es tan importante como saber perder e incluso más.

Cada cual puede albergar las ideas que deseee. La magia del fútbol pasa por la capacidad de cada espectador para establecer su propio análisis previo y posterior al encuentro. A estas alturas ni el Deportivo ni el Mallorca van a jugar distinto a como lo han venido haciendo y expondrán sus cartas y recursos habituales. Además sería preciso conocer la evolución de sus lesionados para valorar en qué medida puede afectar alguna de las ausencias. Podemos utilizar a modo de ejemplo la de Pedraza, una pieza prescindible sin que eso signifique el menor apunte peyorativo. Otra cosa sería que se resquebrajara la columna vertebral: Reina, Raillo, Salva Sevilla, Lago Jr. o incluso Dani Rodríguez.

Por tanto entrar ahora en previsiones tácticas o estratégicas no conduciría a nada. Vicente Moreno y José Luis Martí, puesto que me dicen que le gusta que le llamen así, conocen perfectamente a su respectivo oponente. Luego ya veremos cómo rueda el balón.

Ya dije al conocer las designaciones, que en segunda división hay árbitros mucho mejores que los designados por el Comité que preside Velasco Carballo. Nunca se sabe si el criterio obedece a la capacidad física y técnica de los colegiados o, como sucede muchas veces, a modo de premio o compensación por razones públicamente desconocidas. El madrileño Pizarro Gómez no me parece dotado de la personalidad suficiente para dirigir una final de estas características. Sin embargo tampoco creía que Figueroa Vázquez bordase su actuación en el Carlos Belmonte y estuvo impecable. Ojalá podamos decir lo mismo.